martes, 20 de julio de 2010

Pensando en verde

¡LOS BOSQUES SE QUEMAN EN LA COCINA!


Por Anne Pérez Rivera

Todos parecen estar enfocados en lo que comemos, pero a muy pocos, y quizá verdaderamente a casi nadie, parece interesarle que la comida se cocina con nuestros bosques.



En un país de 5.7 millones de personas, donde el 47 por ciento vive con menos de un dólar al día, la naturaleza es vista como una fuente de consumo y una opción de sobrevivencia, por esto, no sólo los bosques terminan de combustible para las cocinas nicaragüenses, sino que a los animales huérfanos de hábitat se les ve en las calles de Managua metidos en jaula y ofertados al mejor postor.

En toda la maraña de la pobreza, los árboles, inevitablemente, están siguiendo la cadena silenciosa de muerte en Nicaragua. La gente piensa que sin la leña no puede cocinar para alimentarse y, a pesar de que Nicaragua ha sido considerado como uno de los “pulmones” de Centroamérica, las arterias de los bosques, los árboles, están siendo devastadas a cada segundo como respuesta a una situación de la pobreza generalizada.

El país, de acuerdo a las cifras oficiales del Gobierno, pierde más de 75 mil hectáreas de bosques al año por la tala ilegal que está destinada para la industria maderera y, en mayor medida, para el consumo de leña. Eso sin tomar en cuenta que la cifra de la deforestación es inevitablemente es mayor, porque el contrabando tiene tantos puntos que son incontrolables para un gobierno desarrollado o limitado, como es el caso particular de Nicaragua.

Además, el contrabando no paga impuestos ni se reporta en las aduanas, lo que precisamente crea los grandes “huecos” en el control estatal.

De acuerdo al estudio sobre el consumo de leña en los hogares nicaragüenses, elaborado por el Centro para las Políticas Internacionales (CIP) en el 2007, el veinte por ciento de los bosques nicaragüenses se quema como leña para uso doméstico o “industrial”. Con esos datos no es difícil entender porqué la Reserva Natural Península de Chiltepe, ubicada en las cercanías del municipio de Ciudad Sandino, está en grave peligro.

De acuerdo al Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena), la vegetación dominante del Chiltepe corresponde a la de un bosque latifoliado caducifolio bajo y abierto, propio de clima seco que se concentra en las partes más altas de la península. Incluso, hasta hace poco, la península era famosa por la abundancia del árbol de Guayacán.

No obstante, a la fecha, sólo se ven árboles esporádicos de Guayacán de forma natural en los patios de algunas casas de la Comarca Los Castros, de Ciudad Sandino. La razón de la desaparición del tradicional árbol se debe a lo que el Marena catalogó como “la fuente de trabajo” de la población vecina, que consiste en la extracción ilegal de leña.

Aunque no hay datos concretos, la vegetación de Chiltepe ha sido fuertemente afectada por décadas, principalmente para satisfacer la demanda de leña de los sectores más pobres de los barrios de Ciudad Sandino, situada a unos ocho kilómetros de la península. Otra de las razones, pero en menor escala, es la frecuencia de incendios forestales en la época seca, de acuerdo a los datos del Marena.

Sin árboles o bosques, la fauna también está en peligro. Hace más de tres décadas en la Reserva Natural Península de Chiltepe existían coyotes, venados, mapaches, conejos y otros mamíferos menores; además de muchas iguanas y garrobos. Ahora, la desaparición de los bosques y, como consecuencia la desprotección de los animales, ha provocado que la fauna característica vaya desapareciendo.

En el caso de las iguanas y garrobos, por ejemplo, con la desaparición de sus hábitat quedaron a merced de los cazadores. Por eso, el famoso plato típico de pinol de iguana se hizo bastante común para el 2001, pero curiosamente se ve cada vez menos entre los platos típicos de Semana Santa en verano.

LAS CIFRAS DE LA MUERTE

Chiltepe, de Ciudad Sandino, no es el único afectado. En el 2001, el consumo total de leña en Nicaragua se estimó en 2,5 millones de toneladas anuales y, los bosques como combustible para cocinar los alimentos, han sido utilizados en algún momento por al menos el 70 por ciento de la población, según los datos publicados en ese momento por el estatal Instituto Nacional Forestal (Inafor), y que desafortunadamente implican algún nivel de subregistro .

Con los datos del Gobierno, los organismos ambientalistas analizaron que en los ocho municipios de Managua, entre estos Ciudad Sandino, sus habitantes consumen veinte toneladas diarias de leña, la mayoría para cocinar.

A nivel nacional, el consumo se considera mayor a las ochenta toneladas diarias. Sin embargo, las cifras fueron más crueles con el Censo de población del 2005, cuando se confirmó que más de tres millones de personas, el 59 por ciento de los nicaragüenses, usa la leña como combustible para cocinar. El 38 por ciento usa el gas butano, mientras, el dos por ciento usa otras formas, y sólo el uno por ciento de la población no cocina.

En la zona rural, la depredación de los bosques como leña es peor. El 93 por ciento de la población que allí vive usa la leña para cocinar el “gallopinto”, y sólo un seis por ciento usa el gas butano para cocinar. Aunque se esperaría que en la zona urbana hubiera grandes diferencias, la verdad es que, de acuerdo al censo nacional, sólo el 61 por ciento cocina con gas butano y el 36 por ciento usa la leña para cocer la comida.

El consumo per cápita de leña en Centroamérica, a inicios de esta década, oscilaba entre 1.1 a 1.9 metros cúbicos anuales, equivalente a 1,5 toneladas de leña al año. La cifra ya fue superada en este año.

En Latinoamérica, el 80 por ciento de la población hace uso de la leña y, curiosamente son las grandes ciudades las que hacen mayor uso de los bosques para el uso de sus industrias. Se estima que 223 millones de personas en América Latina consume leña.

¿ES MáS BARATA?

Sin duda alguna, consumir leña de nuestros bosques es costosísimo. Sólo en el caso de Chiltepe, la cantidad de árboles y fauna desaparecida es una gran pérdida para el ecosistema. Como resultado, se generaliza el incremento de las temperaturas, hay más sequías, menos cosechas de alimentos por el clima, más incendios en la poca forestación que queda y, además, hay inundaciones severas en invierno porque las aguas no pueden infiltrarse en el manto subterráneo.

En Nicaragua, de acuerdo a la Revista Envío número 302, la extinción del bosque ha causado en los últimos diez años que 180 cuerpos de agua como ríos, arroyos y lagunas se sequen, dejando sin agua y sin pesca a las comunidades aledañas y provocando graves consecuencias más allá de su territorio.

Sin embargo, las personas consideran, normalmente, que consumir la leña para cocinar es más barata. Hasta hay una frase común en el país que dicta: “con la cocina de leña hago todo y con la de gas, nada se puede hacer”, en clara alusión de que la leña pareciera estar disponible en todo momento, mientras que para comprar el gas licuado, las familias deben pagar un costo inmediato que aumenta cada mes al igual que el resto de los productos derivados del combustible.

El cilindro de gas licuado de 25 libras para cocinar, por ejemplo, cuesta alrededor de 200 córdobas y puede durar menos de un mes en una familia compuesta por cinco miembros. Cruzarse al “monte” (bosque) cerca de tu barrio, o caminar algunas cuadras para llegar a alguna montaña, y cargar lo que puedas con los mecates es más fácil y en números inmediatos, puros y duros, más barato.

Para las personas que están un poco más alejadas de las zonas boscosas, la leña sigue siendo la mejor opción. Comprar cincuenta córdobas al mes, más o menos, al vendedor de leña del pueblo es más fácil que comprarse una cocina de gas, que en el mercado puede andar por los cuatro mil córdobas más intereses si se compra “al fiado”.

De hecho, muy pocos son los nicas que podrían intentar comprar una cocina al crédito en las casas comerciales. Los datos del censo nacional en el 2005 revelan que sólo el 55 por ciento de la población está desarrollando alguna actividad laboral estable, y la mitad de éstos están en la categoría de “No calificados” o “Comercio”. Ni hablar del 66.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) que tiene un empleo informal, y peor aun están los que no tienen empleo, porque la pobreza está intrínsecamente ligada a la destrucción forestal cuando los sectores de la población recurren a depredar la naturaleza como una forma de sobrevivencia.

La situación es grave, pero nunca antes se había denunciado. El factor facilista quizá fue la causa por la que durante estos últimos años y mientras hubo bastantes áreas donde talar, nadie denunció la terrible depredación del bosque a causa de la pobreza en el país. A excepción, claro, de algunos tímidos esfuerzos de parte de unos pocos organismos ambientalistas que no tuvieron mucho eco en los medios de comunicación.

En el país, incluso, se llegó a pensar que los árboles eran un obstáculo para el progreso. Se ha mencionado de manera anecdótica que hasta el héroe nacional Augusto C. Sandino soñó con ver los bosques de Las Segovias convertidos en tierras cultivables y en potreros, creyendo que éste era el camino al desarrollo de la zona.

No obstante, los especialistas en temas ambientales, ahora con un poco más de influencia en los medios de comunicación, han señalado que la misma reducción de los bosques fue necesaria como una señal o indicativo de que las selvas tienen derecho a existir, y sin éstas la humanidad no puede existir.

LA COBERTURA DE LA PRENSA EN EL TEMA

Los datos oficiales pueden seguirse contando. Algunos indican que la deforestación en los últimos 300 años ha provocado la desaparición del 85 por ciento de los bosques tropicales secos y el 64 por ciento de bosques húmedos en Nicaragua. Sólo en los últimos 16 años, el Pacífico ha perdido más del 70 por ciento de sus ecosistemas naturales y el Atlántico hasta el 50 por ciento.

Los números mencionados anteriormente son los que más han sido repetidos y plagiados en muchas ocasiones en los medios de comunicación, al menos los escritos. Pero, aunque aquí los leamos detenidamente como alarmantes, la prensa sabe que necesita más que escribir esos datos para apelar a la conciencia.


No obstante, no hay un compromiso serio en el tema. A la fecha, los diarios de circulación nacional destinan muy poca tinta, papel, espacio y hasta tiempo para la cobertura de los temas ambientales. éstos, en la gran mayoría del tiempo, ni siquiera son colocados en zonas, que aunque pequeñas, puedan ser vistas por los lectores.

El caso más reciente que en problemática ambiental atrajo la atención de los periodistas o medios, sociedad civil y gobernantes fue el caso de la Laguna de Tiscapa en Managua, una reserva natural que se quedó fuera del presupuesto municipal porque los recursos fueron desviados para atender la construcción de un museo sandinista en la capital.

Durante dos semanas consecutivas, del 9 al 23 de junio, el tema se llevó un gran espacio en el diario LA PRENSA, llevándose tres días consecutivos en la portada principal, un día de ocho columnas y el resto del tiempo como tema principal de la sección Nacionales. Incluso, los artículos tuvieron eco en las publicaciones de El Nuevo Diario, el diario oficialista El 19 y demás medios televisivos. No obstante, la parte ambiental de Tiscapa tuvo que mezclarse con la política y ese fue el “gancho” que lo catapultó a las espacios preponderantes de los medios.

Otra excepción inicial fue la cobertura del tema de la disminución de las aguas en este invierno. Un informe del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) reveló que en este periodo, las lluvias disminuirán en un treinta por ciento, una situación alarmante que ya está teniendo funestas consecuencias. El tema se asoció a un dato asombrosamente negativo y fue publicado como el central de la sección de Nacionales en LA PRENSA; sin embargo, después de la publicación nada ocurrió.

Retomando la vieja y peligrosa rutina de los medios de comunicación, el tema de la disminución de las lluvias a consecuencia del cambio climático quedó en el abandono a tal punto que ni siquiera fue retomado por otros medios nacionales.



A pesar de eso, al menos el tema “punteó”. No ha ocurrido así con otros temas tan importantes que se han quedado casi en espacios transparentes, como la depredación del Cerro Mokorón en Managua que está siendo despalado para dar paso a las urbanizaciones privadas; también ha quedado en el olvido el tema de la deforestación de la cuenca sur y el oriente de Managua, donde está la reserva de agua de la región y sobre la Reserva Chiltepe, simplemente no se ha hablado en años.

Del tema ambiental en Ciudad Sandino tampoco ha habido excepciones. Aunque el municipio está a quince kilómetros de Managua, la península Chiltepe, la Laguna de Xiloá y la Laguna Apoyeque, dentro del municipio sandinense, son las únicas áreas de conservación de mayor extensión que tiene el departamento de Managua y que, por la cercanía, es una alternativa recreativa, ecoturística y educativa. Pero, de eso no se ha hablado en los medios de comunicación.

De lo que tampoco se ha hablado es que en el país hay 176 leyes, decretos y reglamentos que, en diferentes partes o en su totalidad, aluden al tema del cuido ambiental.

¿Y EL GOBIERNO?

El Inafor implementa la Cruzada Nacional de Reforestación que empezó en el 2007 y se abastece de 56 viveros forestales a nivel nacional. El objetivo es reforestar un aproximado de 70 mil hectáreas al llegar al 2012, y, a la fecha, las cifras de la entidad de Gobierno aseguran que ya se ha avanzado con la plantación de 28 mil.

El esfuerzo del Inafor es enorme si se toma en cuenta que sólo cuentan con un poco menos de 16 millones de córdobas, como presupuesto anual.
William Schwartz, director del Inafor, dijo a la Agencia de noticias IPS, el 13 de agosto del 2007, que con la campaña se pretende rescatar 18 ríos perdidos por la tala indiscriminada de los últimos años, principalmente en departamentos del occidente del país como León, Chinandega, Matagalpa, Estelí y Jinotega.

El informe de Desarrollo Humano presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el 2007, establece que más de 70 por ciento de los 5.7 millones de nicaragüenses carecen de agua potable. Ante un panorama cruel como este, los bosques juegan un papel crucial en las zonas de recarga hídrica de ríos y lagos, pues captan la lluvia y la infiltran a napas subterráneas y acuíferos que alimentan los cuerpos superficiales de agua.

Lo antes explicado indica que el esfuerzo del Inafor va bien encaminado con la meta específica, sin embargo, no compensa el daño ecológico que produce la deforestación por motivos económicos de sobrevivencia.

No obstante, mientras se siguen debatiendo soluciones y advirtiendo de los efectos de la destrucción ambiental en los municipios, mucha gente sigue destruyendo a diario, y poco a poco, los recursos del país. Prácticamente nos estamos comiendo nuestros bosques.
BIBLIOWEB




1.- Artículo Plan de reforestación listo http://www.elpueblopresidente.com/AGROFORESTAL/1732.html

2.- Cruzada verde en Nicaragua

http://novedadesera.blogspot.com/2007/08/cruzada-verde-en-nicaragua.html

3.- Mapa de pobreza extrema municipal por el método de necesidades básicas insatisfechas; Encuesta nacional de hogares sobre medición del nivel de vida en Nicaragua 2005

http://www.inide.gob.ni/

4.- Reserva Natural Chiltepe

http://www.marena.gob.ni/index.php?option=com_content&task=view&id=226&Itemid=552

5.- Artículo. Derecho ambiental: derecho al futuro de todos. Revista Envío número 156. Enero 1995

http://www.envio.org.ni/articulo/101

6.- Artículo. Consumo hace leña los bosques. LA PRENSA/ 12 diciembre 2001

http://www.laprensa.com.ni/archivo/2001/diciembre/12/economia/economia-20011212-14.html

7.- Artículo. Un país con mucha agua y mucha sed. Revista Envío número 302. Mayo 2007

http://www.envio.org.ni/articulo/3549

8.- Artículo. ¿Quién le pone puertas al bosque?. Revista Envío número 309. Diciembre 2007

http://www.envio.org.ni/articulo/3696

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